Pensamos que cuanto mayor sea el tiempo que pasamos con nuestros hijos, mejor. Pero no es siempre así, en realidad depende de la calidad del tiempo que dedicamos.
En muchas ocasiones las obligaciones, el trabajo y el cansancio nos privan de momentos relajados y en sintonía con nuestros seres queridos, nos impiden reconectar como pareja y como familia pero, aún más importante, nos privan de momentos con los pequeños de la casa. No somos conscientes de aquellos momentos en que revisamos el móvil mientras acompañamos a nuestros hijos a hacer los deberes, no estamos dedicándoles nuestro tiempo. Tampoco somos conscientes de aquellas situaciones en que parece que les acompañamos viendo una película y en realidad, no estamos compartiendo ese tiempo.
Por tanto, no es la cantidad de tiempo que pasamos con nuestros hijos, es la calidad de ese tiempo, la atención, los cuidados…
En esto consiste el tiempo de calidad. Un tiempo de calidad es aquel en que las risas y sonrisas, las actividades compartidas, los juegos e incluso actividades de la vida cotidiana, son los protagonistas. Ir juntos al mercado, charlando y pesando juntos la fruta, también se convierte en tiempo de calidad. Ayudarle a hacer los deberes y mostrarle tu apoyo, es también tiempo de calidad. Incluso preparar la merienda juntos es tiempo de calidad.
¿Qué es tiempo de calidad y qué no?
La calidad reside en el hecho de compartir y comunicarse. Y que además el niño sea consciente ya que tiene un papel activo en dicha actividad o situación. El hecho de sentirse atendido, de sentirse vinculado y de creer que es un momento para estar juntos, es lo que lo convierte en tiempo de calidad.
La calidad reside en su actuación
Por el contrario, el mero hecho de estar con el niño, es decir, la mera presencia del adulto no hace de ese tiempo compartido, tiempo de calidad. La calidad reside en su actuación.
Beneficios de pasar tiempo de calidad en familia
Este tiempo produce beneficios en las relaciones familiares y en los propios hijos. Las situaciones que se generan gracias a compartir tiempo de calidad hace que se mejore la comunicación de la familia y, de manera directamente relacionada, se mejoran los vínculos afectivos y relaciones del hogar.
Compartir tiempo de calidad favorece el aprendizaje de los niños
A su vez, el compartir tiempo de calidad favorece el aprendizaje de los niños y potencia de esta manera el desarrollo global, no solo en cuanto a desarrollo cognitivo, sino también a nivel afectivo y social, ya que cuando compartimos situaciones comunicativas con ellos también se refuerza y mejora su autoestima.
Por último no podemos olvidarnos de otro gran foco de interés: el estrés. Para los adultos el tiempo de calidad produce satisfacción y nos aleja del ajetreo y movimiento de la vida cotidiana. Por si eso no fuera suficiente para los más pequeños pasar tiempo de calidad en familia les proporciona la tranquilidad y sensación de confort que se genera cuando el adulto le atiende en exclusiva, además, también reduce sus posibles preocupaciones.
Revisemos nuestros hábitos y la manera en que enfocamos el tiempo compartido
En definitiva, revisemos nuestros hábitos y la manera en que enfocamos el tiempo compartido y modifiquemos todo aquello que pueda suponer tiempo vacío que da la falsa sensación de tiempo en familia y que en realidad nos deja con la sensación de tiempo perdido y no nos reporta nada. Cambiemos este tiempo y llenémoslo de tiempo de calidad con sonrisas, afecto y ganas de disfrutar juntos.