¿Cuál es la mejor manera de manejar los celos entre hermanos? Ciertamente, no hay una guía científica que te pueda asegurar efectividad en este punto. Cada niño es un mundo, pero intentaremos despejar dudas sobre cómo actuar con los celos entre hermanos.
¿Quién no ha sentido celos de su pareja? ¿Quién no ha sentido incluso celos de alguna amistad? Cuando nos sentimos así, lo último que necesitamos es que por ejemplo, en el primer caso, nuestra pareja nos culpe constantemente de estar celosos. No lo podemos evitar y el hecho de sentirnos culpables tampoco mejora la situación. Tampoco ayuda que, en el segundo caso, tu amigo pase más tiempo con otra persona que contigo. Seguro que, en algún momento u otro todos hemos vivido una situación semejante. Todos sabemos cómo se siente uno mismo cuando se siente desplazado, descolocado, destronado.
Seguro que, en algún momento u otro todos hemos vivido una situación semejante.
Entonces, ¿por qué culpar a los hermanos mayores de tener celos de los hermanos pequeños? Sentir celos es una reacción natural que nace del mismo miedo a perder a la persona querida. Cuando esta persona, no es una simple pareja ni una simple amistad, si no que son las personas más fundamentales en tu vida, aquellas que tienes como referencia y que incluso se asemejan a tus héroes, ¿cómo no sentir celos?
Es inevitable, cierto, pero no quiere decir que por éste simple hecho sean admisibles todas las conductas producidas por los celos, ni graciosas aquellas situaciones en las que los mayores muestran su rabia de manera natural. ¿Cuál es la mejor manera de manejarlos? Ciertamente, no hay una guía científica que te pueda asegurar efectividad en este punto. Cada niño es un mundo, cada vínculo familiar es un mundo y cada familia, por tanto, es otro mundo. Así pues, no todos los pequeños responden igual ante unas mismas pautas.
Lo que sí sabemos es cómo nos sentimos nosotros (los adultos) cuando sentimos celos. Y también sabemos qué necesitamos cuando nos sentimos así. No necesitamos que nos reprochen continuamente nuestra actitud, ni que nos castiguen por ello, ni que nos den más motivos para sentirnos así, ni mucho menos que nos comparen. Tampoco necesitamos que toda actitud celosa sea permitida, que nos rían las gracias ni mucho menos que “nos den la razón”. ¿Por qué? Porque de esta manera no se “curan” los celos. De esta manera se incrementan puesto que, si siempre que actuase así me dieran la razón y me lo permitiesen, nunca dejaría de hacerlo y en definitiva, no dejaría de sentirme mal.
Cada niño es un mundo, cada vínculo familiar es un mundo y cada familia, por tanto, es otro mundo.
Qué pasaría si, en cambio, cuando nos sentimos celosos nos dieran seguridad. Nos demostrasen que no hay nada de que temer. Que hay momentos para pasar a solas y momentos para pasar juntos, que hay momentos para pasar juntos con más gente y momentos para pasar separados mientras estamos con otras personas. Si nos demostrasen que cada uno de nosotros somos especiales y compartimos momentos juntos únicos e irrepetibles. Incluso, qué pasaría si el objeto de los celos (“la persona en discordia”) se convierte en parte de nuestra vida y nos enseñan a quererla y a hacernos entender por qué es importante.
Aquí está clave de cómo actuar con los hermanos mayores cuando sienten celos de los pequeños. Mostrarles que hay tiempo para estar a solas con papá, a solas con mamá y a solas con los dos. Así como hay tiempo para que mamá y papá estén a solas con él y tiempo para que estemos todos juntos. Mostrarles que cada uno de ellos es especial y se viven momentos únicos y mágicos tanto por separado como juntos. Enseñándoles a compartir momentos con el hermano pequeño, a disfrutar juntos y a entender que es normal sentir celos pero no hay que tenerle miedo a perder ni a papá ni a mamá. En definitiva, enseñándoles el valor de la seguridad, del compromiso y de la familia.