¡Ya estás de vacaciones!, ¡Qué suerte tienes, ya no trabajas hasta septiembre… y quizás ni eso!
¿Cuántas veces durante estos últimos meses habéis escuchado estas frases siendo profes? Seguro que mucho más de las que nos gustaría… A diario la figura del profesor queda desprestigiada por comentarios de terceros, decisiones ajenas a nosotros o incluso, prejuicios de muchos que nos rodean.
Bien, si ser profe no es una tarea sencilla de manera presencial (a pesar de que haya quien considere que es una carrera y profesión fácil y poco cansada), ser profesor de manera virtual es aún un plus añadido.
Las clases virtuales son más complejas y necesitan de más tiempo, tanto de conexión como de preparación que las clases habituales. De entrada, todo lo que se había preparado con antelación, dedicándole horas extra y mucho esfuerzo a inicio de curso, se convierte en material (generalmente) poco válido para trabajar a distancia, con lo que: ¡hora de adaptar!
Adaptar implica más trabajo, pensar nuevas estrategias y a su vez nuevos recursos a explorar… y que de entrada, tampoco serán sencillos para los alumnos puesto que ésto también es nuevo para ellos.
La educación infantil está muy lejos de ser un «aparca-niños». En caso de que lo consideres así, necesitas más información sobre esta etapa.
A pesar de que la educación infantil parece siempre la más sencilla, obvia e innecesaria, confundida en numerosas ocasiones como un “aparca-niños”, es probablemente la etapa más difícil para realizar un seguimiento virtual. ¿Por qué? Porque en un 99% de los casos, esa conexión virtual requiere de la ayuda y/o presencia de los padres. Ésto genera en muchos casos una sensación generalizada de “inutilidad” de la sesión: si tengo que estar conectado yo también… ¿de qué me sirve? Pueden pensar muchos padres.
Bien, sirve de que el alumno pueda aprender cerca de su profe, a través de materiales, técnicas y acompañamiento para el cual el docente tiene la formación necesaria para desempeñarlo.
Así pues, los profesores de educación infantil son los que más dificultades tienen para desempeñar su función, siendo a su vez los más criticados. No obstante, todas las etapas salen perjudicadas con opiniones que desprestigian la labor de los docentes.
La pedagogía del afecto es esencial: no sólo tenemos alumnos, tenemos personas, estableciendo vínculos y aprendizajes mucho más allá de las materias del currículo.
También practicamos la pedagogía del afecto, esencial en el desarrollo de los alumnos y necesaria para crear vínculos que nos acerquen a ellos, para no sólo enseñarles y hacerles crecer como alumnos, sino también como personas. Así pues, la labor del maestro va más allá de las matemáticas, las lenguas o la educación física.
Claves para ser profe en cuarentena y “no morir en el intento”:
1. Planifica tus sesiones desarrollando lo necesario sin complicar a los alumnos el seguimiento de la tarea. A veces, intentamos ser tan originales y creativos que las nuevas herramientas provocan que tanto nosotros y especialmente los alumnos, necesiten tiempo extra para entender cómo funcionan.
2. Respétate. Respeta tu tiempo, respeta tu descanso y respeta tu profesión. Crear más tareas de las que harías en el aula sólo para demostrar tu conexión y trabajo, no es necesario. Haz el contenido y/o actividades que harías en una situación normal. En ningún caso se trata de aumentar nuestro trabajo ni el de los alumnos.
3. Espacios cercanos. Sí, ser profe implica trabajar en equipo, tener contacto diario y constante con nuestros compañeros a nivel laboral y también en momentos no formales como: comida, patio… Así pues, trata de mantenerlos en la medida de lo posible. No es necesario hablar constantemente de trabajo, desahogarse y apoyarse, es también necesario.
4.Comunica. Comunica todo aquello que consideres oportuno. A veces “por no molestar” no enviamos e-mail a los padres o compañeros que en otra situación normal sí que enviaríamos sin duda. Hazlo, es necesario compartir, informar y realizar las tareas que realizaríamos desde el aula.
5.Oídos medio sordos. Y digo medio sordos porque las críticas constructivas, las nuevas propuestas y las soluciones a problemáticas que se dan en nuestro trabajo a diario, son geniales y hay que escucharlas. Ahora bien, toda esa ola de comentarios dañinos sin objetivo de mejorar la situación, sino más bien, con el fin de criticar y dar una visión errónea de nuestra labor, es mejor ignorarlos.